Fue aparecer en las noticias las etiquetas “Cospedal” y “striptease”
juntas y los más rijosos del barrio barruntaron que, tras la austeridad
matizada, entrabamos en la austeridad de los siete velos. Falsa alarma. Se
trató de una larga cambiada de María Dolores del Cospedal al caso Bárcenas en
medio de los capotazos de galleo echados al Ministro Wert.
La secretaria general y presidenta de la Castilla-La Mancha
ha hecho del adelgazamiento el leitmotiv de su gobierno. Como siga con esta
política de poda y desmoche el Transparente de la Catedral de Toledo va a
quedar en nada ante la Transparente del Palacio de Fuensalida.
No parece que sea la escualidez lo que le vaya a Susana Díaz, consejera de Presidencia e Igualdad de la Junta de Andalucía y primera
candidata en las primarias para suceder a José Griñan. Si Cospedal posee un apañado
cursus honorum dentro de la Administración, la andaluza a duras penas
acabó su carrera de Derecho, pero muy jovencita se doctoró en Pasillos y Recovecos
del Partido, donde no importa lo que sepas sino dónde estés. Así, le sale
natural: "Tenemos los mejores y las mejoras candidatos y candidatas".
Vamos, lo que el gran Francisco Robles bautizó como una griñanini. Aúna en su persona esa contradictoria mezcla de
continuismo y cambio hoy tan cara a los partidos políticos (y, al parecer, a
los votantes). Cuenta en un principio con los avales de papá Griñán y de la zozobrante
y bi-autonómica Carmen Chacón. Pero en esta hora tormentosa del partido
socialista, las garantías rolan imprevistas como el poniente y cada padrino irá
eligiendo ahijado según sus intereses personales. Y su horizonte penal.
Dos políticas, en fin, con carreras muy diferentes. Una
consolidada (lo consolidada que puede estar una carrera política en esta España
periódicamente sobresaltada por el embargo pedrojotesco) y la otra con un pie
en el estrellato. Tendrán que resistir anegadas por el papeleo de los sobres y
de los eres.
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