En Tierra Santa, una gambeta de Messi les parte la cintura a
Benjamín Netanyahu y a Mahmud Abbas, que caen al césped en la posición del
muerdo eterno. La guerra ha terminado. O al menos eso parece según la prensa
deportiva española con sede en Madrid. La de Barcelona apura las negociaciones
con Blatter para que el equipo culé juegue a partir de ahora con casco azul y
un clavel. ¿Qué no es el fichaje del Tata
Martino sino la llegada a Cataluña del buen salvaje, paz y amor, que esperaban de América Fray Bartolomé y Rousseau y que señalaba Colón
cuando le pusieron la azulgrana catarí? En España, Magallo, ministro de Asuntos
Exteriores y Cooperación, dice que no sabemos los españoles cuánto dinero ha dejado
de ganar Rajoy por darnos el gustazo de dedicarse a la política. Ay, el
desprendimiento del político patrio y sus portavoces sin rubor.