domingo, 24 de noviembre de 2013

Dos escuelas de pensamiento y el Síndrome de Johnny Guitar


La situación política se tensa y no sabemos cuánto aguantará el chicle. Las encuestas pre-preelectorales están llevando al desconcierto a los partidos que durante más de treinta años han hecho, desecho y contrahecho en nuestro sufrido país. El más aturdido en esta hora es el antaño dominante Partido Socialista Obrero Español y hoy en proceso de descomposición. Lo de los socialistas catalanes es de fosa séptica.

Hasta hace unos discursos existían en España dos escuelas de pensamiento sobre el futuro del PSOE en Cataluña. La primera constataba que el partido, arrastrado por su desorientada marca local, el PSC, desaparecería. Esquerra y Ciudadanos se lo comerían cada uno por un extremo del espagueti ideológico hasta darse el beso de la Dama y el Vagabundo en la película de Disney. Pero en este caso al final no habría arrobo; ambos acabarían escupiendo los restos de la cena por el colmillo. Los de Esquerra se harán con el poder y la separación de Cataluña del resto de España no tendrá freno. Máxime cuando Convergencia se ha echado definitivamente al monte y ha quedado claro ya para toda la ciudadanía que Unió sólo es Gispert y un señor de Huesca. Un dique feble de tanto unto.

Enfrente de la anterior tendencia se sitúan los que piensan que los independentistas en realidad no quieren la independencia, o al menos no a cualquier precio, y necesitan la coartada española para aferrarse a ella y no dar el paso que lleva al abismo. Además, aunque coquetee con el PP, CiU siempre preferirá el pacto con el PSOE por una cuestión de cartelería antifranquista. También ERC en el fondo necesita este pretexto para no encontrarse con un escenario de exagerado radicalismo, que no se sabe que consecuencias tendría. Unos socialistas macerados en su propio vértigo son el ingrediente ideal para que los de Espanya ens roba sigan viviendo de la mamandurria.

Pero el Partido Popular, que vuelve a desconcertar a sus afiliados y votantes al romper el acuerdo alcanzado con UPyD y UPN para evitar que los terroristas excarcelados puedan cobrar subsidios del estado, ha hecho saltar  por los aires esta dicotomía. Los socialistas, que se habían mantenido en una abstención expectante, se adhirieron enseguida al no patrocinado por los populares a la propuesta del partido magenta. Queda clausurada la soledad del PP.

Las sorprendentes expectativas electorales de Rosa Díez y Albert Rivera están poniendo de los nervios a eso que se conoce como “La Casta”. Los llamamientos de UPyD y Ciudadanos a un cambio profundo del sistema para consolidar la unidad nacional y frenar la corrupción, prometen pactos y contubernios entre los damnificados hasta hoy inconcebibles. Los partidos hegemónicos, nacionales y autonómicos, tienen la esperanza de seguir manteniendo las jerarquías y que los españoles acaben votando lo que se les diga. Estamos a un cuarto de hora de que los medios de comunicación que han estado dando caña a un lado u a otro del espectro político, empiecen a pedir responsabilidad. Palabra que nos vamos a jartar de oír. Y si no, están Los del Río y su “ellos saben más de estas cosas que nosotros”, que difumina la perplejidad en el convencido. En España el fanatismo del votante está parejo al del hincha futbolístico. Algunos dan piruetas antigravitatorias con tal de no reconocer que se está menospreciando a las víctimas del terrorismo o que Cristiano es el mejor jugador de fútbol del mundo. El politiqués es un idioma capacitado para encubrir, maquillar o canjear la verdad. Muchos estarán encantados. En España está muy extendido el Síndrome de Johnny Guitar.

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